2.2 Evolución de las encuestas estandarizadas

Cuando el mundo occidental superó los grandes traumatismos del siglo XX (dos guerras mundiales y una recesión a larga escala), la investigación social tuvo un auge sobresaliente a través de las encuestas por correo postal. Según lo comenta el INE-VEN (2012), en el caso Latinoamericano, la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) auspició la serie de catorce documentos “Atlántida: Un Estudio de Caso en Encuesta de Hogares por Muestra” (Bureau of the Census (1983)), elaborado por la Ofician de Censos los Estados Unidos de América, en el marco del Programa Alianza para el Progreso y presentado en colaboración con la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Instituto Interamericano de Estadística. A partir de Atlántida se insituyó un modelo que serviría de apoyo para la realización de las encuestas de hogares en América Latina.

Desde el momento en que las encuestas de hogares se instauraron como un instrumento apropiado para la investigación, existen tres preguntas, en continua dinámica, que se deben responder para planificar, ejecutar y analizar una encuesta: ¿cómo se diseñarán las preguntas? ¿cómo se seleccionará la muestra? y ¿cómo se recolectarán las respuestas?

2.2.1 Inicio de los cuestionarios estandarizados

La práctica de realizar las mismas preguntas en forma de cuestionario es relativamente reciente. Antes de acoger un proceso estandarizado, cada encuestador podría preguntar “lo mismo”, pero con diferentes palabras. Difícilmente, dos personas distintas eran entrevistadas con las mismas preguntas. Groves et al. (2009) mencionan que la forma en cómo se preguntaba y cómo se recopilaba la información afectaba dramáticamente los resultados de las encuestas. Fue así como se decidió que los encuestadores deberían ser entrenados formalmente.

Desde la psicometría se implementó el formalismo del cuestionario. Intentando medir estados psicológicos, afectivos e intelectuales, se desarrollaron técnicas apropiadas para hacer comparables las respuestas. Likert (1932) demostró que era posible realizar este tipo de comparaciones, evadiendo los largos instrumentos de medición, al formular una sola pregunta - a todos los encuestados - con una serie de respuestas en forma de escala.

2.2.2 Inicio de los métodos de muestreo

En un principio, los investigadores trataban de recolectar datos sobre todos los elementos de la población de interés. Esta práctica resultaba logísticamente inadecuada cuando se trataba de poblaciones con un gran tamaño. Los cálculos de los indicadores sobre toda una población resultaban muy demandantes. Groves et al. (2009) afirman que, aunque la teoría de la probabilidad tuvo sus orígenes en el siglo XVIII, no fue hasta la segunda década del siglo XX que se utilizó para realizar encuestas. La primera aplicación fue la selección sistemática de un elemento en una población enlistada. Para realizar esta selección, los registros censales se dividían en secciones y se procedía a seleccionar un elemento de la sección.

Más adelante, cuando la estadística permeó la agricultura, se definieron otros tipos de muestreo (menos demandantes) y se dio origen al muestreo de áreas. Es así como hoy en día es posible seleccionar muestras de bloques, zonas amanzanadas, secciones y sectores cartográficos, o áreas de empadronamiento censal. Se descubrió que era posible generalizar el muestreo de áreas y se creó el muestreo multietápico que permitió la selección de grandes bloques dentro de una ciudad, y áreas dentro de los bloques y el submuestreo sucesivo de unidades dentro hasta llegar a la unidad de interés. Todos estos submuestreos se realizan de forma probabilística.

La gran depresión en EE.UU. y la segunda guerra mundial fueron catalizadores de las encuestas a gran escala, puesto que en ese entonces, al igual que hoy, la tasa de desempleo era una cifra importante para la economía de los países. Por ende, las políticas públicas empezaron a decidirse de acuerdo con las estadísticas oficiales, puesto que las grandes encuestas empezaron a realizarse con una periodicidad mensual. Hoy en día existen cientos de encuestas mensuales que dan cuenta de la realidad de las sociedades en la región.

2.2.3 Inicio de la recolección de datos

Debido a que en un principio no existía un cuestionario estandarizado, entonces las respuestas abiertas eran la única opción de recopilar información. Esta práctica demandaba un gran esfuerzo en términos de resumir y sintetizar todo el corpus de palabras que los entrevistados usaban para responder.

En la mitad de la década del sesenta del siglo pasado, empezó una proliferación masiva de las entrevistas por correo en EE. UU. Los países con registros administrativos actualizados pueden contemplar este escenario puesto que induce altas tasas de cobertura a precios más económicos (pues se prescinde del encuestador). Las bajas tasas de respuestas (pues el encuestado debe llenar un formulario con sus respuestas y devolverlo a la oficina postal) hicieron que paulatinamente esta forma de recolección no fuese tan apetecida (Groves et al. 2009).

Como lo señala CEPAL (1971), en el caso latinoamericano en la primera parte del decenio de 1960 varios países de América Latina comenzaron a realizar encuestas de hogares periódicas con el propósito de obtener información sobre empleo y desempleo. En 1965 se realizó en la ciudad de México un seminario en que se presentó el estudio de Atlántida. Luego, ante la necesidad de satisfacer la demanda de información en relación con las políticas económicas y sociales, tomó gran impulso en varios países de la región la puesta en marcha de programas permanentes de encuestas de hogares dirigidos fundamentalmente a obtener información sobre la fuerza de trabajo. El modelo Atlántida se basó fundamentalmente en un modelo de encuesta empleado en países desarrollados que tienen mercado de trabajo con características propias. Sin embargo, resultó sumamente interesante para aquellos países que tenían poca experiencia en encuestas de hogares, y constituyó la base metodológica sobre la que se han establecido gran parte de las encuestas de América Latina (CEPAL (1971)).

Un camino intermedio entre la recolección de información presencial (cara a cara) y la recolección de información mediante formularios auto-administrados (por correo electrónico, mediante páginas de internet o mediante correo postal) son las entrevistas telefónicas. Hoy en día, la mayoría de sondeos en investigación de medios y de mercado se realiza por teléfono. Más aún, a partir de la pandemia por COVID-19, en marzo del 2020 el mundo sufrió una paralización de las actividades sociales y económicas, debido a los esfuerzos de los gobiernos para tratar de frenar la expansión de la pandemia en los países. Fue así como, debido a las restricciones de movilidad impuestas por los gobiernos, las operaciones estadísticas con levantamiento de datos presencial fueron suspendidas. En América Latina el rigor de la pandemia y de las medidas de restricción a la movilidad también afectaron el levantamiento de las encuestas de hogares. Sin embargo, a partir de estas dificultades CEPAL (2020a) recomendó la continuidad de las encuestas mediante el uso de entrevistas telefónicas.

Referencias

Bureau of the Census. 1983. Atlantida : un estudio de caso en encuestas de hogares por muestra. Cuadernos de la CEPAL.
CEPAL. 1971. Las enceustas de hogares en América Latina.
———. 2020a. Continuidad del levantamiento de las encuestas de hogares tras la coyuntura de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). Informes COVID-19 de la CEPAL. United Nations.
Groves, Robert, Floyd Fowler, Mick Couper, James Lepkowski, Eleanor Singer, y Roger Tourangeau. 2009. Survey Methodology. John Wiley; Sons.
INE-VEN. 2012. «Documento Técnico - Encuestas de hogares por muestreo - Instituto Nacional de Estadística de Venezuela».
Likert, R. 1932. «A technique for the measurement of attitudes.» Archives of Psychology 22 140: 55-55.